Tuesday, 21 December 2010

Veja o vídeo "Maranhão, seu contexto, seus conflitos"

 

Fonte: FASE

 

UTE de Itaqui: Energia "suja' em São Luís/MA(Foto arquivo Fórum Carajás)


As últimas décadas têm acirrado inúmeras lutas socioambientais no estado do Maranhão: desde a implantação da Alumar na década de 80, passando pela implantação do pólo siderúrgico. No momento, para a região litoral nordeste do Maranhão, prevê-se a instalação de uma refinaria, um oleoduto, a ampliação de portos, uma siderúrgica, uma termelétrica e um projeto de reflorestamento com eucalipto: os chamados grandes projetos. 
 
Os maiores atingidos pelas ações desses grandes projetos, em decorrência da área onde se instalam, são moradores de comunidades tradicionais como quilombolas, indígenas e extrativistas. 
 
Vários são os movimentos e entidades que têm como pauta a defesa dessas populações e do meio ambiente. Em “Maranhão, seu contexto, seus conflitos”, representantes de movimentos sociais, associações de moradores e grupos populares de diferentes regiões do Maranhão, identificam conflitos que impactam a sociedade maranhense. 
 
Além disso, revelam sua inquietação na luta contra as ações de empresas mineradoras, siderúrgicas, monocultivos e até setores do governo, que alijam a população de seus direitos em nome de um modelo de desenvolvimento que não vislumbra e não respeita sua identidade, seu território e seus modos de vida.
 
Para ver o video na íntegra, clique aqui

Saturday, 18 December 2010

Com discurso questionável de "respeito à vida", Vale inaugura projeto no Chile já contabilizando uma morte


 

Vale debuta en Chile con proyecto cuprífero por US$ 140 millones

02 de Diciembre de 2010

Fuente: Terra

Proyecto tiene inversión de US$ 140 millones
Proyecto tiene inversión de US$ 140 millones
Foto: Reproducción


Claudio Reyes
Directo desde Salamanca

SALAMANCA, diciembre 02.- Tras una inversión de US$ 140 millones, hoy fue inaugurado y entró en operaciones el complejo minero Tres Valles, ubicado al interior de la IV región, cercano al poblado de Salamanca. La instalación, que marca la entrada en Chile de la gigante brasileña Vale -una de las empresas más grandes del continente-, tendrá una capacidad anual de producción de 18,5 mil toneladas de cátodos de cobre (0,34 por ciento de la producción anual de Chile).
El proyecto comenzó en 2005 cuando, a través de exploraciones, se descubrieron los yacimientos Papomono, que se explotará de forma subterránea, y Don Gabriel, que será a rajo abierto. Luego, en 2008, se inició el estudio de impacto ambiental, que fue aprobado un año después. 
Según informó la empresa, todos los recursos obtenidos de la extracción del mineral, serán destinados a la reinversión para la exploración de nuevas vetas cupríferas. Además, se indicó que la compañía ha priorizado la contratación de mano de obra local, en "busca de contribuir con el desarrollo de las comunas de Salamanca e Illapel y la provincia de Choapa". 
De hecho, en la etapa de construcción se generaron unos 1.800 empleos directos e indirectos, mientras que para su operación se crearán 560 fuentes laborales. 
De igual modo, la firma destacó que la explotación dispone de avanzadas tecnologías para la conservación ambiental, las que posibilitan un bajo consumo de agua. En esa línea, se consignó que Tres Valles usará un sistema ideado en Chile para solubilizar el cobre de algunos sulfuros a través de bacterias. 
La producción tendrá como destinos principales los mercados de Brasil, América del Norte y Asia. 
Minera Vale está presente en 38 países y es la mayor productora mundial de hierro y pellets -usados para la fabricación de acero-, y el segundo participante del orbe en la industria del níquel, materia prima para el acero inoxidable, baterías y aleaciones especiales, entre otras aplicaciones.
En efecto, la gigante forma brasileña busca diversificarse con este proyecto de cobre en Chile, en el que resalta su manejo hacia un fortalecimiento de este negocio. La firma espera producir 332.000 toneladas de cobre en el 2011 y luego más que duplicarla a 691.000 toneladas en el 2015.
Vale tiene operaciones de cobre en Brasil y Canadá. Además, desarrolla una mina de cobre conjunta con Africa Rainbow Minerals en Zambia, con una capacidad de producción estimada de 45.000 toneladas por año.
El cobre representó menos del 3 por ciento de los ingresos de Vale en el tercer trimestre del 2010, comparado con cerca del 60 por ciento del mineral de hierro en el mismo período, según el reporte de resultados de la compañía para ese lapso.
Vale ha identificado al cobre y los fertilizantes como áreas clave de expansión para la compañía.

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Brasileña Vale espera ampliar a cuatro proyectos mineros en Chile

03 de Diciembre de 2010 • 07:00hs 

Fuente: Terra




Ayer inauguró el proyecto "Tres Valles"
Ayer inauguró el proyecto "Tres Valles"
Foto: Terra



SALAMANCA, diciembre 03.- La brasileña Vale espera ampliar a cuatro sus emprendimientos mineros en Chile en los siguientes años. Así lo aseguró Tito Martins, director ejecutivo de operaciones de metales base de la firma, tras inaugurar ayer Tres Valles, un complejo cuprífero de dos yacimientos - Papomono y Don Gabriel -, en las cercanías de Salamanca, al interior de la Cuarta Región.
"Vale tiene ahora su primer proyecto (en Chile). Y la expectativa es que en los próximos años podamos tener tres o cuatro, para que realmente seamos un productor significativo en la nación", sostuvo el ejecutivo.
Según explicó, la idea de la compañía es que Tres Valles siente las bases para su ampliación en el ámbito local. "Esta iniciativa tiene una gran relevancia para nosotros. A pesar del volumen, es bastante completo, porque tiene una mina a rajo abierto y otra subterránea (...) Ese conjunto nos entregará un nivel de conocimientos muy grande para futuros proyectos que desarrollemos acá", manifestó Martins.
El complejo tiene una capacidad de 18.500 toneladas anuales y tendrá una vida útil de once años.
Martins añadió que la expectativa es que "nuestros colegas, el grupo de explotación, logren entregarnos otras opciones" de extracción del metal rojo.
Por su lado, Eduardo Ledsham, director ejecutivo de explotación de energía y proyectos de Vale, consignó en esta línea que Tres Valles es un emprendimiento pequeño, pero de alta rentabilidad, por su costo operacional reducido, la alta ley del metal extraído y porque en su radio de influencia "existen otros eventos que, en el corto plazo, pueden transformarse en nuevas minas y así tener expansiones. Nuestro sueño en Chile es mucho mayor". 
Royalty y seguridad 
En cuanto al impacto en futuras inversiones que tendrá el cambio al royalty, Martins expuso que "somos nuevos protagonistas aquí. Vale se está instalando en Chile y estos nuevos proyectos ya están encuadrados en la nueva legislación. Nos corresponde a nosotros evaluar, a través de un estudio de factibilidad económica, el efecto que esto tiene".
Complementó, sin embargo, que si la tendencia del mercado y de los precios siguen siendo positivos, "estamos ante una favorable expectativa sobre estos proyectos. Las modificaciones legales para nosotros no tiene ninguna consecuencia directa; sólo con futuras inversiones".
Debido al accidente ocurrido en el yacimiento San José, los profesionales fueron consultados por las medidas de seguridad implementadas. Martins dijo que "tenemos una enorme preocupación por este tema. Hacemos un trabajo interno y nuestros indicadores ya lo demuestran en los últimos años. El desempeño que hemos tenido, en cuanto al número de accidentes, ha sido significativo en todo el mundo".
Explicó que cuentan con cursos de capacitación y que "la prioridad uno es 'cero accidentes'. Esa es la meta (...) Cuando decimos que queremos ser la minera más importante y grande del orbe, el principal factor es la preservación y el respeto a la vida".

Tuesday, 14 December 2010

Strike on the frontline


Written by  Jennifer Brown December 06, 2010 



Peter Kavanagh had been on the job with global mining giant Vale Inco as its director of emergency management and security about a year when he faced one of the biggest challenges of his career.



The former submarine captain and marine counter terror expert had managed a lot of crisis situations in his career but a violent, year-long strike with steelworkers wasn’t something he had tackled before.

On July 13, 2009 more than 3,000 United Steelworkers from Locals 6500 and 6200 representing production and maintenance employees in Sudbury and Port Colborne, Ont. went on strike at Vale Inco.

And while Kavanagh had met with his security partners, AFI International based out of Milton, Ont., six months prior to the strike, he says he was one of the few at Vale Inco who had a feeling it was going to be a long, hard fight. In the end, the strike would become a multi-million dollar security operation.

“In the past, the union won. It’s as simple as that — the company always caved,” says Kavanagh. “They thought two-to-three weeks. Boy were they wrong.”

But the will of the company was just as steadfast as that of the miners.

Vale decided it could afford to operate through a strike and that decision significantly changed the dynamics of how the action played out.

At the peak of the strike there were 200 AFI personnel in Sudbury. Kavanagh also ramped up his own in-house team of protection services officers from 57 to 110.

“We had more security personnel than the City had police officers (there are 280 police officers in Greater Sudbury Regional Police Service),” says Kavanagh.

It was a massive departure from what security looked like prior to the strike as Inco had not made security a priority prior to the work stoppage.

The challenge was to protect over 20 locations, some of them over 100 km away from Sudbury.

“I personally thought the strike would last a year and it did. Many others were talking months. Strikes in the past were only weeks (the longest one being nine months). I thought a year because I knew Vale was not the old Inco and they would not approach things in the same way,” he says.

Massive plan adjustments were necessary throughout the strike because originally Vale Inco had not planned to operate the mines while workers were striking.

“Everyone in Canada assumed we would not operate during the strike — it had never happened in the past,” Kavanagh says.

However, months into the strike the company decided to proceed with operations. This decision multiplied the security challenges 100 fold, Kavanagh says.

“We had to move people, assets and product across numerous picket lines daily. The decision to continue to operate the mine inflamed striking workers.”

Kavanagh’s portfolio at Vale includes establishing a corporate-wide emergency management plan and the maintenance and audit of all security functions in the eight countries in which Vale Inco operates. But in 2009-2010 his biggest challenge was the situation in Sudbury — typically considered the least of his concerns in a global operation.

He says the contingency planning for the strike took about a year and included engaging a third party security service and doing threat risk assessments.

“We did the threat risk assessments about three months prior to the strike start date,” he says.

But all the planning in the world would not have prepared Kavanagh, Vale Inco management or the town of Sudbury for what was about to transpire.

Violence and confrontation became a significant problem and required alternative tactics the company wasn’t initially ready to accept.
“There were times when management was having a hard time understanding some of the things that could happen and did happen on picket lines. On one occasion we put AFI directly in front of them to explain what had happened in recent labour disruptions at other companies, why they had developed tactics as they had (access teams escorting vehicles across picket lines, evidence gathering requirements etc.) and the advice turned out to be a very accurate prediction,” says Kavanagh.

Once that trust was gained, AFI was consulted regularly for comment on what tactics Vale Inco might see as the strike unfolded.

“It really helped in our strike management and tactical planning,” says Kavanagh.

Jim Rovers, vice-president of crisis and disaster response at AFI International headed up the strike operation for AFI. He says it became a battle of hearts and minds — one the union was determined to win.

“Union leader Leo Gerard realized he had an international stage to show just how strong the union could be,” says Rovers. “As companies globalize, there is more at stake for the unions too — if you look at the Steelworkers, how do they get a guy or girl to sign a union card if they get bowled over by a multi-national? You have to be able to show a big union can fight a big company.”

The year-long strike, which ended July 8, 2010, would test the will of all involved.

“I’ve been at this 20 years and it was by far the most challenging project I’ve worked on,” says Rovers.
He says his most trying day was in February of last year when there were picketers showing up in balaclavas, slashing tires and people were being assaulted.

“Out of the 3,000 people on strike 2,950 were just good hard working union folks and the other 50 were what the union calls activists. We knew if we could manage to diffuse those 50 the other 2,950 would be easy to manage,” he says.

They soon realized local police were not going to step in to address the violence or other tactics happening on the picket lines.

When called into question in court, police said they were more concerned about officer safety.

The duration of the strike was one factor that made it unique, the other, Rovers says, is that most had forgotten just how confrontational and ugly a strike can be.

“It was old school, and once management they got their head around the fact it was not going to be a love-in it went pretty well.”

Rovers and the AFI team met with Kavanagh about six months prior to the strike.

“We worked hard very hard behind the scenes to get an emergency service agreement in place and we had a series of meetings and discussions about what it would look like and we cemented exactly we were going to do for them about a month out,” says Rovers.

The week before the strike deadline AFI got the notice to move forward and 48 hours prior to the strike they started moving people to the sites in Sudbury.

The strike started with just 14 people from AFI and it ballooned to more than 200.

It went from care and maintenance mode — meaning the mine was shut down with some managers coming and going — to a plan to process raw material into finished goods and a plan to go into partial production, then full production.
“Then they decided they had every intent to run business full tilt regardless of what the union threw at us,” says Rovers.

When they went back into production they had people crossing the picket line and that caused problems.

“There were flashpoints throughout the strike — what you saw was calm, then you would see it building and you knew a flashpoint was coming. There were certainly a number of flashpoints throughout the strike.”

As Vale decided to change its plan of action in terms of production, that caused a change in plan on the frontlines of the strike for Kavanagh and AFI. “A lot of those additional phases unfolded along the way and weren’t originally laid out as concrete steps.”

“Given the size of the company Vale is and how they make decisions we made sure we put our seasoned project coordinator on the ground, knowing it was going to get larger,” says Rovers.

The AFI project coordinator and supervisor stayed for the duration of the project for the full year in the command centre AFI set up. Most of the other AFI security personnel spent one month on, one month off in Sudbury.

When violence escalated on the picket lines Vale Inco management was reluctant to react back. They were concerned about what would it do to their image, the brand.

“Certainly there were a number of meetings I attended where we had to tell them, ‘Guys, you’re getting eaten alive, here’s what you need to do.’ They really struggled with that.”

The advice from AFI was to bolster the numbers as it was apparent the violence was going to get worse, but once the bubble burst calm and order would be restored.

“The message we gave to Vale was that until people felt safe and secure they weren’t going to want to come to work — it’s going to be tough to operate your mine and we’re going to have to go through some rough days to get there,” he says.

However, when the AFI numbers increased, the union did push back.

“The response was, ‘Are you guys trying to pick a fight?’ Imagine that you’re walking a tight rope — you’re trying to manage a client and you’re managing the pickets too,” says Rovers.

Rovers admits that adding resources to bolster a client’s position sometimes seems heavy handed, but is often necessary.

“We needed to establish control and ground rules at the picket line and eventually we got to where we needed to be,” says Rovers.

Even the City of Sudbury tried to curtail what Vale and AFI were doing.

“Because of the violence on the picket lines Vale had started housing people on the premises more and more. The City said they were in violation of city bylaws, however Vale was able to point out that union was in violation of several city bylaws including open fires, burning of tires, blocking of roads, building encampments, the list went on,” says Rovers.

In the end, getting court injunctions against certain activities proved to be the ultimate way to curtail the violence.

“You can’t get your private security to push picketers out of the way and you can’t rely on police. The only real tool you have is your legal strategy,” says Kavanagh.

Matéria revela táticas de segurança privada da Vale, durante greve no Canadá


O artigo abaixo descreve o papel da AFI e da segurança na greve da Vale. Ele demonstra que a empresa já realizava seu planejamento a todo vapor com um ano de antecedência. O artigo saiu numa revista sobre o segurança no Canadá.

Greve na linha de frente
Jennifer Brown 

6 de dezembro de 2010


Peter Kavanagh trabalhava na gigante global de mineração Vale Inco como diretor de gestão de emergências e segurança havia cerca de um ano quando enfrentou um dos maiores desafios de sua carreira.

O ex-capitão de submarino e perito em contra-terror marinho havia administrado muitas situações de crise em sua carreira, mas uma greve violenta de um ano de duração não era algo com que ele tivesse lidado até então.

Em 13 de julho de 2009, mais de 3.000 membros do sindicato United Steelworkers das seções locais 6500 e 6200, que representam trabalhadores de produção e manutenção em Sudbury e Port Colborne, província de Ontario, entraram em greve na Vale Inco.

E embora Kavanagh tivesse se reunido seis meses antes da greve com seus parceiros de segurança, a AFI International, sediada em Milton, Ontario, ele diz ter sido um dos poucos na Vale Inco que teve a sensação de que seria uma luta difícil e demorada. A greve acabou se tornando uma operação milionária de segurança.

Antigamente, o sindicato ganhava. É simples assim — a empresa sempre recuava,” diz Kavanagh. “Eles acharam que duraria de duas a três semanas. Rapaz, como estavam errados.”

Mas a determinação da empresa foi tão firme quanto a dos mineiros. A Vale decidiu que tinha como manter as operações durante a greve, e esta decisão mudou significativamente a dinâmica de como a ação se desenvolveu.

No ápice da greve, havia cerca de 200 funcionários da AFI em Sudbury. Kavanagh também incrementou sua equipe interna de agentes de serviços de proteção de 57 para 110. “Tínhamos mais seguranças que a cidade tinha policiais (há cerca de 280 policiais no Serviço de Polícia da Grande Sudbury),” diz Kavanagh.

Foi uma mudança radical com relação à segurança que se tinha antes da greve, já que a Inco não havia priorizado segurança anteriormente.

O desafio era proteger mais de 20 locais, alguns deles a mais de 100 km de distância de Sudbury. “Pessoalmente, eu achava que a greve duraria um ano, e ela durou. Muita gente falava em meses. Greves no passado duravam apenas algumas semanas, sendo que a mais longa durou nove meses. Eu achava que seria um ano porque eu sabia que a Vale não era a velha Inco e não lidaria com as coisas da mesma maneira,” diz ele.

Ajustes enormes nos planos foram necessários ao longo da greve porque originalmente a Vale Inco não havia planejado operar as minas enquanto os trabalhadores estivessem em greve. “Todo mundo no Canadá presumiu que nós não operaríamos durante a greve — nunca havia acontecido antes,” diz Kavanagh.

Entretanto, passados meses, a empresa decidiu ativar as operações. Segundo Kavanagh, esta decisão multiplicou os desafios de segurança por 100. “Tínhamos que transportar gente, equipamento e produto por vários piquetes todos os dias. A decisão de continuar a operar a mina inflamou os grevistas.”

Entre as responsabilidades de Kavanagh na Vale está o estabelecimento de um plano de gestão de emergências para toda a empresa e a manutenção e auditoria de todas as funções de segurança nos oito países em que a Vale Inco tem operações. Mas em 2009-2010, seu maior desafio foi a situação em Sudbury — normalmente considerada a menor de suas preocupações numa operação global.

Ele conta que o planejamento de contingência para a greve levou cerca de um ano e incluiu o envolvimento de um serviço de segurança terceirizado e a realização de avaliações de riscos de ameaças. “Fizemos as avaliações cerca de três meses antes da data em que a greve começou,” diz ele. Mas nem todo o planejamento do mundo prepararia Kavanagh, a direção da Vale ou a cidade de Sudbury para o que estava prestes a acontecer.

A violência e a intimidação se tornaram um problema significativo que exigiu táticas alternativas que a empresa não estava disposta a aceitar inicialmente. “Às vezes, a direção da empresa tinha dificuldades para entender algumas das coisas que poderiam acontecer, e aconteciam, nos piquetes. Numa ocasião, nós botamos a AFI diretamente na frente deles para explicar o que havia acontecido em conflitos trabalhistas recentes em outras empresas, porque eles tinham desenvolvido as táticas que desenvolveram (equipes de acesso escoltando veículos ao passar pelos piquetes, requisitos de coleta de evidências etc) e os conselhos acabaram sendo previsões muito precisas,” diz Kavanagh.

Uma vez obtida essa confiança, a AFI passou a ser consultada regularmente sobre as táticas que a Vale Inco poderia encontrar se a greve fosse adiante. “Ajudou muito em nossa gestão da greve e planejamento tático,” diz Kavanagh.

Jim Rovers, vice-presidente de respostas para crises e desastres da AFI International, chefiou a operação da greve pela AFI. Ele conta que a coisa se tornou uma batalha pelos corações e mentes — uma que o sindicato estava determinado a ganhar. “O líder do sindicato, Leo Gerard, percebeu que ele tinha um palco internacional para mostrar o quanto o sindicato poderia ser forte,” diz Rovers. “À medida que as empresas se globalizam, há mais em jogo para os sindicatos também — se você olhar os Steelworkers, como é que eles fazem para convencer um moço ou uma moça a se sindicalizar se eles podem ser dominados por uma multinacional? É preciso mostrar que um sindicato grande pode lutar contra uma empresa grande.”

A greve de um ano de duração, concluída em 8 de julho de 2010, testaria a determinação de todos os envolvidos. “Estou nisso há 20 anos e este foi sem dúvida o projeto mais desafiador em que trabalhei,” diz Rovers. Ele conta que o dia mais penoso foi em fevereiro do ano passado, quando havia piqueteiros mascarados furando pneus de carros e batendo nas pessoas.

Dos 3.000 grevistas, 2.950 eram pessoas boas, trabalhadores sindicalizados, nada mais; os outros 50 eram o que o sindicato chama de ativistas. Sabíamos que se conseguíssemos desarmar aqueles 50, os outros 2.950 seriam fácies de administrar,” diz ele.

Eles logo perceberam que a polícia local não interviria para lidar com a violência ou outras táticas que aconteciam nos piquetes. Quando questionada num tribunal, a polícia disse que estava mais preocupada com a segurança dos policiais.

Rovers relata que um fator que tornou a greve única foi a sua duração; outro, foi o fato de que a maior parte das pessoas havia se esquecido de quão acirrado e desagradável o confronto pode se tornar. “Foi uma greve do tipo ‘velha guarda’, e assim que a direção da empresa entendeu que não ia ser um mar de rosas, aí as coisas correram bem.”

Rovers e a equipe da AFI se reuniram com Kavanagh cerca de seis meses antes da greve. “Nós nos empenhamos muito no trabalho de bastidores para chegar a um acordo de serviços de emergência, fizemos uma série de reuniões e discussões sobre o seu formato e acordamos exatamente o que faríamos para eles com cerca de um mês de antecedência,” diz Rovers.

Uma semana antes da data-limite da greve a AFI foi notificada para fazer seus preparativos, e 48 horas antes do começo da greve ela começou a enviar seu pessoal para os locais indicados em Sudbury. Quando a greve começou eram apenas 14 pessoas da AFI; esse número acabou chegando a mais de 200.

Passou-se do modo de operação ‘cuidados e manutenção’ — o que quer dizer que a mina estava fechada, com alguns gerentes entrando e saindo — para um plano para processar matéria-prima em ritmo de produção parcial, passando em seguida para produção total. “Aí eles decidiram que tinha a plena intenção de conduzir o negócio a todo vapor independentemente do que o sindicato fizesse,” diz Rovers.

Quando eles retomaram a produção, houve gente atravessando os piquetes, o que causou problemas. “Houve episódios tensos ao longo da greve — o que você enxergava era calmaria, mas em seguida vinha um acúmulo, e você sabia que um desses episódios estava por vir. Houve vários ao longo da greve, com certeza.”